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34 Pero Raquel ya había tomado los ídolos, los había escondido debajo de la montura del camello y se había sentado encima de ellos. Mientras tanto Labán registró toda la tienda y no encontró nada. 35 Entonces Raquel le dijo a su padre:

— No tome a mal mi señor que no me levante ante ti; tengo la menstruación.

Y por más que buscó, Labán no logró encontrar los ídolos.

36 Así que Jacob se enojó con Labán y le recriminó todo indignado:

— ¿Qué delito, qué falta he cometido para que me persigas así?

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